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Entorno

Lago de Sanabria

Parque Natural

El Lago de Sanabria es la masa de agua que da nombre a este espacio protegido, lo que se justifica sobradamente por los paisajes impagables que brinda al visitante y por sus dimensiones: una longitud máxima de 3.178 metros, una anchura de 1.590 metros y una superficie de casi 320 hectáreas. Si se pudiera mirar el perfil, veríamos que lo forman dos cubetas: la más occidental alcanza una profundidad de 40 metros, mientras que la oriental llega a los 51.

Lago de Sanabria
Río Tera
Parque Natural del Lago de Sanabria

Lago de Sanabria

Historia

La historia de esta comarca es la de una tierra que contactó en su devenir con variadas culturas, influenciándose en diferente medida de ellas, pero siempre conservando su ancestral forma de ser, sin duda debida a su aislamiento orográfico.

Entre los pueblos de esta comarca destacaremos los siguientes:

Puebla de Sanabria, San Martín de Castañeda, Vigo de Sanabria, El Puente, Ribadelago, Porto, Galende, Prefacio, Rábano de Sanabria, Lubián, Hermisende, Rihonor de Castilla, Calabor.

Lago de Sanabria
La fuerza del agua
Pequeñas cascadas

Lago de Sanabria

Orígenes

La comarca zamorana de Sanabria, presenta como principal atractivo la localización en su interior de un sistema lacustre de origen glaciar con un indudable valor ecológico.

Todo es montaña y valle, bosques y prados, rocas, lagunas y cascadas, constituyendo un conjunto amplio y único, con la variante colorista y peculiar de cada estación.

Si queremos comprender el parque del actual paisaje debemos retroceder unos pocos miles de años. Fue entonces cuando la poderosa acción del hielo modeló el abrupto y espectacular entorno que hoy en día contemplamos.

La mayoría de nosotros concebimos el hielo como un sólido frágil, ya que acostumbramos a verlo sólo en capas delgadas. Pero cuando sobre la superficie del terreno se ha acumulado un importante espesor de hielo, el que se encuentra en su fondo se comporta como un material plástico, capaz de deslizarse por una pendiente, lo que le convierte en eficaz agente de transporte, además de un increíble modelador del terreno. Entonces, podríamos definir un glaciar como cualquier acumulación natural de hielo en la tierra, que se halla o halló animado por un movimiento de traslación.

Durante los glaciares del Cuaternario, en las altas planicies de las sierras de Segundera y Cabrera se instaló un extenso manto de hielo, del cual irradiaban lenguas glaciares en todas las direcciones, acomodándose especialmente a los valles fluviales preglaciares.

Se trataba, por tanto, de un glaciarismo de meseta a modo de gran casquete de hielo que cubría las partes más altas de los dos macizos, y que posiblemente en las épocas más frías pudo estar unido a los circos glaciares del área leonesa de La Baña. Cuando los hielos retrocedían, la nieve se concentraba en los circos asentados al pie de las altas cumbres, de entre los cuales el del Tera fue el más sobresaliente al alcanzar su lengua de hielo de 20 kilómetros de longitud. La potencia y la actividad morfogenética de la misma explica la típica forma en artesa que presenta el actual valle del Tera, que asemeja la forma de una “U”, esto es, un fondo llamo y ancho que contrasta con unas laderas casi verticales. El máximo desarrollo del glaciar se alcanzaba en la confluencia de los valles de Cárdena y Segundera, por donde descendían sendas lenguas, aumentando de esta forma espectacularmente el volumen de hielo donde en la actualidad se asienta el lago de Sanabria. Aquí, el espesor del hielo rondó los 500m, tal y como puede apreciarse siguiendo la morrena lateral izquierda, situada a unos 1500m de altitud. Hacia el este del lago, el volumen disminuía rápidamente, aunque alcanzando aún unas dimensiones considerables, cercanas a los 150 m de espesor. La presión que llegó a ejercer esta masa sólida sobre el sustrato rocoso se pone de manifiesto en el propio fondo del lago, donde un umbral separa dos grandes cavidades: una de 46 metros y otra de 51 m de profundidad, que deben corresponderse con los dos centros de máxima presión.

Cuando el glaciar se retiró, los materiales rocosos transportados se depositaron frontal o lateralmente, dibujando arcos morrénicos de complejidad y estética inigualables en el resto de España. Las acumulaciones frontales alcanzaban una anchura próxima de los 2,5 kilómetros, disponiéndose de forma concéntrica en bellos arcos, que facilitaron el represamiento de las aguas del deshielo. Las morrenas laterales aparecen como grandes lomas, alcanzando en su desarrollo hasta 6 kilómetros de longitud. Tales depósitos están formados en su mayor parte por bloques de piedra. Algunos de sorprendente tamaño, que se encuentran entre los 975 y los 1600m, lo que nos indica un funcionamiento complejo de los estadios glaciares, así como de los procesos de acumulación.

Aunque el Lago de Sanabria es la máxima expresión del efecto modelador que tuvieron los hielos en esta zona, no es sin embargo la única perceptible a los ojos del visitante. Así aparecen por doquier numerosas lagunas distribuidas principalmente por las altas tierras de Segundera y Cabrera, fruto de su acción incisiva. También podemos apreciar numerosos restos morrénicos esparcidos por los valles y cumbres, aunque en la mayoría de las ocasiones sean difíciles de percibir.

Fuente de vida
La fuerza del agua
Cascadas

Lago de Sanabria

La Fuerza del Hielo

Las estribaciones meridionales de las sierras de Cabrera y Segundera cuentan con una treintena de lagunas glaciares, algunas de ellas de extraordinaria grandiosidad, que forman parte del Parque Natural del Lago de Sanabria. Situadas en parajes de difícil acceso, han permanecido casi inmunes a la alteración por la mano del hombre.

El Lago de Sanabria es la masa de agua que da nombre a este espacio protegido, lo que se justifica sobradamente por los paisajes impagables que brinda al visitante y por sus dimensiones: una longitud máxima de 3.178 metros, una anchura de 1.590 y una superficie de casi 320 hectáreas. Si se pudiera mirar el perfil, veríamos que lo forman dos cubetas: la más occidental alcanza una profundidad de 40 metros, mientras que la oriental llega a los 51.

Lago de Sanabria
Vista general
La belleza del agua

Lago de Sanabria

La Huella del Glaciar

El entorno del Lago de Sanabria se rodea con la presencia de 1500 especies vegetales, fruto del encuentro entre flora mediterránea y la atlántica. Más de 140 especies de aves, con abundancia de rapaces, comparten un cielo desde el que contemplar un paisaje rocoso que conserva intactas las huellas de los últimos glaciares.

Belleza inequívoca
Lago de Sanabria
El origen de la vida

Lago de Sanabria

Fauna

Un espacio natural tan marcado por el agua como el de Sanabria alberga un buen número de especies animales vinculadas a este medio. Entre ellas, varios tipos de pez encuentran su hábitat en el lago, las lagunas, los ríos y los arroyos de agua cristalina, que descienden serpenteantes desde la montaña. Destaca la presencia de la trucha, tan apreciada para la pesca deportiva como exquisita sobre el plato.

Sobrevuelan este Parque Natural 142 especies de aves, entre ellas rapaces diurnas como el águila real, el halcón abejero –denominado así porque se alimenta de abejas-, el halcón peregrino, el ratonero común, el cernícalo vulgar y el búho real, junto a pájaros como el alcaudón dorsirrojo, el escribano cerillo, el pechiazul, la perdiz pardilla, denominada localmente ‘charela’. Entre los bosques de roble, pueden verse el camachuelo común, el petirrojo, el arrendajo, la abubilla…

Junto a la trucha, que en el Lago de Sanabria puede alcanzar dimensiones considerables y su carne adquiere un tono rosado que recuerda al salmón, comparten las aguas la bermejuela, el cacho o el barbo. Por lo que respecta a los mamíferos, son 41 especies presentes: el escurridizo desmán de los Pirineos, varios mamíferos de mayor talla: el corzo, el jabalí y el gato montés.

Lobo Ibérico
Halcón peregrino
Trucha

Lago de Sanabria

Flora

Las 22.000 hectáreas del Parque Natural del Lago de Sanabria ofrecen un entorno único al amante de la naturaleza, con una flora específica de gran riqueza, que supera las 1.500 especies. Sobre esta diversidad botánica emerge el roble en todo su esplendor, con agrupaciones de árboles que se asoman al lago hasta casi besar sus aguas cristalinas.

El roble, o ‘Quercus pyrenaica’ adaptado al frío y capaz de soportar largos periodos sin agua, abunda en la cuenca del Tera y en las laderas de la Sierra de Segundera. Recibe en este rincón zamorano el nombre de ‘carballo’ y ha sido desde antiguo parte importante en la economía doméstica sanabresa al proveer a sus habitantes de una sólida estructura para sus casas y de leña para sus hogares. Además del roble, el gran señor de estas tierras, toman el monte formaciones de matorral como la hiniesta, el brezo o el piorno.

El castaño es también una especie representativa del parque, aunque aparece muy diseminada. En la parte alta y media del Tera se da el acebo. Los tejos, muchos de ellos centenarios, se hallan asimismo en barrancos y laderas, mezclados con robles. En los márgenes del Tera y en las orillas de ríos y barrancos se encuentran alisos, fresnos y sauces, mientras por todo el Parque se pueden ver el serbal, el cerezo de monte, el avellano y el abedul.

De entre todas las masas forestales de la provincia destaca “El Tejedelo”, en Requejo, en la comarca sanabresa, uno de los bosques de tejo más importantes y mejor conservados de la Península Ibérica.

Roble
Acebo
Flora de Sanabria
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